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domingo, 24 de octubre de 2010

El Hombre Ilustrado- Epílogo

El Hombre Ilustrado: Epílogo

     Era prácticamente medianoche. La luna se alzaba en lo alto del firmamento. El hombre ilustrado yacía sin vida, quieto. He visto todo o que había para ver. Las historias ya han sido contadas; habían concluído.
    Solo quedaba ese pequeño espacio, vacío y desolado, sobre la espalda del hombre ilustrado, esa zona de colores y sombras, mezcladas y desordenadas.
     Ahora, mientras mis propios ojos lo ve, bajo mi tutela ocular, la vaga zona empieza a hacerse a sí misma, en lentas mutaciones de una sombra a otra, y luego a otra, en una sucesiva cadena de trransfiguraciones.
     Al final, una cara se formó a sí misma allí, una cara que me atemorizó desde la colorida carne, un rostro con nariz familiar, labios familiares, ojos familiares...
     Esto era bastante confuso. Había visto lo suficiente de la ilustración como para dar un respingo, levantarme e irme. Estuve allí, a la luz de la luna, solo y asustado de que el viento, o aún incluso las estrellas talvez moviesen y despertasen a la enorme galería que yacía a mis pies. Pero siguío dormido, silenciosamente.
    La pintura en su espalda mostraba al hombre ilustrado con sus dedos sobre mi cuello, induciéndome a una lenta, dolorosa y agonizante muerte. No me atreví a esperar a que se volviese una clara y definida imagen.
    Corrí por el camino, con sólo la luna iluminándome. No miré hacia atrás. Una pequeña ciudad yacía a lo lejos de mi vista, oscura y dormida. Sabía que, bastante antes del alba, no podría alcanzar la ciudad.

Traducción realizada por: Aldana Lucía Rojas. Aldy!  (Traducción hecha 100% por mí, sin diccionarios ni traductores).

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